Para empezar, comentar el párrafo final de mi último artículo: "dejarlos... con la miel en los labios de la duda". ¡ Sí, duda! , porque a los unos y a los otros, hagan lo que hagan, les remorderá y renovará la conciencia; y digo esto, insistiendo que lo correcto sería sentarse a negociar, dejándose del fuego cruzado y, no echarle más leña al fuego, envenenando la situación creada.

Sr. Rajoy, no estamos en un estado policial -al menos así creo- y no se puede descargar, endilgándole el marrón a los que de una u otra forma, se van a ver las caras con la imposición de medidas tan austeras, como erigirse en salvaguardas de los guardianes del orden; esto va a originar injusticias de todo tipo a lo que en principio es una alteración de lo público.

La tarta ya está en la mesa, lo que toca es partirla; es decir, el atrevimiento de los unos y el anatema de otros conduce por derroteros densos y no democráticos que dividen aún más a la ciudadanía.

Por otra parte, refiriéndome a la Diada, no ví con buenos ojos la presencia en la manifestación de Bildu, el BNG y Podemos, que no es de recibo y, donde no se les llama para darle un contexto nacionalista y sectario de lo que quisieran demostrar con su presencia.

No menos grave es la manifestación de un juez -que se dice que imparte justicia- y hace uso de su toga propia de un fascista recalcitrante.

No menos importante es la actuación de "la peñas" de la extrema derecha que campan a sus anchas en la calle, diciendo tonterías y enarbolando banderas anticonstitucionales con descaro y nostalgia de ahora y otrora, con odio -si cabe- cuando no autorizados y debieran declarar el destino y desatino de sus "jefes".

Así pues, diálogo pleno y darse las manos.