Aunque no esté muy seguro de lo que digo y sea el análisis obviamente discutible, los barcaleses somos los que los demás ven, también lo que pensamos y hasta incluso lo que creemos que somos.

Que siempre hemos tenido algo de lado, -envidia o animosidad- a nuestros vecinos de A Mahia, (Ames y Brión) por la que hay que pasar de día, o a Santa Comba y La Baña, aldeas seculares, es de sobra conocido. El ser cabecera de partido nos dio ínfulas. Y así nos va y así seguimos. Que su nombre procede de barca aquí, barca allá (en gallego barca alá) como dijo en su día Julián Magariños, Manolo para sus íntimos, serendipia aparte, es falso y mentira por muy "barcaleseiro de seu" y mucho pintara en la Generación Nós.

Sin embargo, y en honor a la sociología o antropología, -tanto da- cuando uno baja de Santa Comba a Negreira, esto ya le parece la Mahia, lo mismo que piensa uno que sube de Bertamiráns a Negreira que ya está en Santa Comba.

De Santa Comba a la Mahia la temperatura media oscila en algunos grados; cuando allí las vides ya tienen hojas hechas y derechas aún por Barcala están en brotes. En la Baña y Santa Comba bien dentro de la rama.

Que Negreira -"Novia del Tambre, entrada y escaparate de Barcala"-, su capital, presuma de una espesa niebla que no suele desaparecer hasta bien entrado el mediodía, nos la compensa luego con una loca alegría que nos hace ver las cosas de forma más positiva y alegre cuando un sol brillante hace su aparición.

La Unión Barcalesa creada en Cuba por nuestros abuelos fue la culminación de un sentir común en bien del progreso y desarrollo de la que aún podemos presumir por quedarnos un bonito panteón en la misma Habana de dicha Sociedad, que por cierto está en manos de asturianos, que no son en absoluto primos hermanos. Para nada. Ahora solo nos queda Feiraco, la última batalla ganada al cooperativismo.

En estas parroquias que forman Barcala (A Barcala es otra cosa en A Coruña) aún perdura todo aquello por lo que el pueblo gallego se reconoce y se da a conocer a los demás, nuestras vivencias, pensamientos, creencias, sentimientos y convicciones que conforman la Galicia eterna viven y disfrutan plenamente este tórrido verano. Que así sea durante muchos años.