Hasta los dioses del Olimpo sentían entusiasmo por las porfías.Niké, representada casi siem-pre alada, era la diosa de la victoria. Era jueza a la par de Zeus para decidir los triunfos, tanto en la guerra como en el deporte.Los héroes más célebres fueron Aquiles y Heracles.

El relato de la Guerra de Troya procede principalmente de La Ilíada, pero la arqueología de-mostró que la ciudad turca sufrió un feroz ataque hacia 1180 a.C. que conllevó su destrucción.

El espíritu competitivo, mamado desde la niñez, impregnó la Grecia clásica. Incluso las espar-tanas aprendían nociones de lucha. En el campo de las artes proliferaban certámenes de música, teatro, pintura y escultura.Obtuvieron la gloria célebres dramaturgos como Esquilo, Eurípides, Sófocles o Aristófanes.Muchas veces criticando a la clase política. Los actores de tragedias, dramas satíricos y comedias interpretaban también papeles femeninos; entre el público había mujeres y esclavos. En el jurado ateniense había un miembro de cada una de las diez tribus.

Se celebraban pruebas deportivas todos los años. Incluso se paralizaban los combates bélicos si fuese menester. Había Juegos Panhelénicos en Delfos,Istmo de Corinto y Nemea. En Olimpia, germen de los actuales Juegos Olímpicos, los organizaban cada año desde el 776 a.C. Las coronas de los campeones, dependiendo de la sede, eran de laurel, olivo o apio silvestre.

El pentatlón incluía lanzamiento de disco y jabalina, salto de longitud, carrera a pie y lucha. Los saltadores de longitud empleaban halteras para impulsarse. En el pugilato, especie de boxeo, el combate no expiraba hasta que uno de los contrincantes se rendía. En el pancracio estaba prohibido morder o hincar los dedos en los ojos.Las competiciones ecuestres se practicaban en los hipódromos y se declaraba ganador al primer caballo, aunque no portase ya jinete.

Los niños empezaban la formación militar a los siete años. Y podían ser reclutados para la guerra hasta los cincuenta. Los hoplitas tenían un equipamiento muy pesado, desde el siglo IV se substituyó el bronce por el cuero o lino, y debían costearse sus armas y armaduras.

Hasta en la muerte se demostraba el status. Los ricos descansaban en una cámara de piedra con una lápida. Los pobres, a su vez, dentro de una vasija de arcilla o directamente bajo tierra