Leo con entusiasmo que la construcción de la depuradora de Vigo, eufemísticamente EDAR, "incluye [?] un auditorio vecinal habilitado por el Concello" (FdV, 17/08/2017). Tantos años reclamándolo y al fin se ha conseguido. El alcalde ha atendido nuestras necesidades y las considera "una compensación" a 20 años de malos olores que, por otra parte, no hace tanto se negaban (¡vaya!). Pero seica que, haciendo honor a los memes que circulan por internet, ha decidido lo que era mejor para Coruxo sin necesidad de mucho consultarlo con las agrupaciones de la parroquia.

Existen motivos por los que alegrarse de la ubicación escogida. El primero, la proximidad a los vecinos. Concretamente, los de San Paio de Navia, pues las casas de Coruxo están, en el mejor de los casos, a 20 minutos andando. Y sin aceras. Si escogemos el autobús para llegar, su estratégica conexión hace que el vertebrador L11 tenga su parada más cercana a más de un kilómetro de distancia. Pero mi favorito es, sin duda, el agravio que supone premiarnos situándolo al lado de la mierda (con perdón). Mexan (literalmente) por nós e hai que dicir que chove.

Y es que siento que me ofrecen una limosna que esperan que acepte de buen gusto. No escondo que entre mis convecinos es probable que haya quien aplauda la idea. "¡Protestan por todo!", dirán unos. "No olerá y eso no será más que un gran parque", los otros. A todos ellos les invito a que paseen alrededor de la EDAR cuando no haya programada una visita oficial con cargos electos.

De ser este el triste emplazamiento de nuestras asociaciones, no continuaré apoyando a ninguna de estas. Quizá sea el único, si bien no lo creo. Bonita paradoja la de ser condescendiente y regalarle a Coruxo un auditorio que, ahí, vivirá vacío. Siempre nos quedará el Centro Recreativo Artístico y Cultural de Coruxo, reciente vigués distinguido, y su vetusto local.