Una pequeña paseaba por el parque de Castrelos de Vigo. Una amiga venía caminado a mi lado. Compartimos nuestros secretos y nuestras increíbles aventuras, confiamos la una en la otra por nuestra sinceridad, sin ataduras.

Éramos como una caja fuerte que guardaba todos nuestros secretos, llevamos un colgante en el cuello como símbolo de amistad.Nuestro amuleto.

Nos encontramos en el parque de Castrelos con un verde y espléndido abeto. Al llegar al pazo Quiñones de León nos encomendamos a la virgen de la amistad para que durase muchos años nuestro cariño y amistad, por toda la eternidad.

Nos detenemos mirando fíjamente a las plantas que florecen con elegancia. Su perfume nos encanta, respiramos todos los días su olor y su fragancia. De repente, disfrutábamos de un silencio sepulcral y escuchamos una ambulancia. Vinieron a rescatar a un gato que quedó subido a una palmera tropical. Conocimos a los veterinarios y servicios de emergencia. Las peques se quedaron con el gato y lo llevaron al hogar de sus padres enseguida. Lo cuidaron siempre con mucho amor y amistad. Una amistad entre humano y animal. La amistad se gestó en lo alto del universo sideral, entre estrellas brillantes.

La unión entre la peque, su amiga y el gato siempre fue una amistad muy leal. Juntos llegan al parque todos los días a disfrutar de un agradable sendero. Se paraban junto a los patos a disfrutar de su presencia en el lago. Los cisnes se acercaban con respeto pero saludaban con sus alas de ángeles. Las peques le devuelven el saludo con una sonrisa risueña. Pactando amistades descubrieron un gran secreto: que la verdad nadie sabe, que se oculta en las profundidades, en la profundidad del lago de los patos, donde se esconde un precioso y bello sistema de corales.