El filósofo Rousseau afirmaba que los seres humanos nacemos buenos por naturaleza, pero es la sociedad la que nos corrompe. De esta forma, todos somos productos de la sociedad y, actualmente, ello también implica ser productos de la red digital. Los niños son los más vulnerables ante un uso inadecuado, se encuentran indefensos, abandonan su inocencia a una edad más temprana y todo ello se debe a un nuevo amigo o confidente, con el que muchas madres no nos dejarían jugar porque, a pesar de los años, sigue sin ser de fiar. Este amigo, enemigo para otros, se llama internet.

Cuando veo a mi hermano pequeño pegado a la pantalla de su tablet o de su ordenador, sin pestañear siquiera, me pregunto si alguna vez habrá oído hablar del ya conocido "Reto de la ballena azul", o del más reciente "Reto del agua hirviendo". Me lo pregunto en mi cabeza porque prefiero no mencionarlo. Esto hace que me replantee la pésima visión que tenía de mi generación, pues las que vienen sufren nuevos problemas. Con ello no quiero asemejarme a algunos conocidos periodistas que demonizaron a toda una generación y a las nuevas tecnologías, pues nos están dejando muy buenas cosas y no pocas, de las que una servidora también disfruta, por supuesto.

Mi desasosiego radica precisamente, además de en otros asuntos, en los ya conocidos retos o challengemortíferos que nacen en internet, que se expanden viralmente y lo hacen un lugar mástemerario para los menores. Cuando leí que una niña de ocho años se había tragado un vaso de agua hirviendo que la quemó por dentro, matándola, no pude sentir más que rabia y tristeza. Se trata de unos "juegos" en los que impera el bullying hacia compañeros y que incitan a lasagresiones físicas o, como en este caso, a la muerte o suicidio. Ambos retos se han cobrado la vida de niños y adolescentes, que guiados por gente que dice comprenderlos, son animados a morir.

Pero cómo controlar a niños que conocen (no de manera responsable)más que sus padres el medio digital. Una tarea difícil sin soluciones visibles por parte de las autoridades. No llego a comprender esta dejadez y pasotismo. ¿Por qué esta falta de empatía?¿Qué más hace falta para que se actúe antes de que ocurran más tragedias? Recordemos que cualquier niño o adolescente es una víctima en potencia. La niña que se bebió el vaso tenía ocho años, la misma edad que mi hermano, que se encuentra sentado a mi lado, tablet en mano, buceando en el despreciable mundo en el que se está convirtiendo internet.