La noticia profusamente publicada por los medios acerca del pleno de Ponteareas en el que se aprueba una gratificación a los funcionarios que no falten al trabajo más de un 10% de su jornada, desde mi punto de vista, distorsiona bastante la realidad: de una parte, da carta de naturaleza al absentismo entre el funcionariado y, de otra, trata a todos los funcionarios de absentistas compulsivos. Y si bien es cierto que existen funcionarios muy dados al abandono de su puesto (algunos hasta cobraron durante años sus sueldos y complementos sin aparecer por el trabajo), no menos lo es que otros muchos se entregan en cuerpo y alma a sus funciones e incluso sacrifican parte de su tiempo libre para atender necesidades del servicio que consideran insoslayables (a veces soportando presiones de sus propios compañeros) y por lo que, en la mayoría de los casos, no perciben compensación ni reconocimiento alguno. Y esto es de justicia decirlo.

Por tanto, no puedo evitar pensar que tal vez, con ese acuerdo plenario de Ponteareas (BNG con el apoyo del PSOE) nos quieran demostrar la Arcadia feliz que nos espera el día que logren echar (¿o tal vez debería utilizar el verbo botar, como hacen en su admirado régimen bolivariano?), al PP del poder: todos cobraremos más, trabajaremos menos y apenas pagaremos impuestos. Porque los impuestos solo los pagarán los ricos y esos no pertenecen al pueblo y además algo malo habrán hecho para llegar a ricos.