Después de muchas idas y venidas por la vida, esta mañana me he levantado por fin con una opción clara de lo que quiero ser de mayor, casi en el ecuador de mis días, si así está escrito en mi destino, he decidido que quiero ser: ¡niño!.

Quiero levantarme y que me cuiden, que me mimen, que se molesten si no desayuno bien porque tengo que estar fuerte para jugar y para aguantar el trote, ya que desgasto mucha energía.

Quiero que me elijan la ropa para no romperme la cabeza por si acaso salgo un día descuidada de casa. Y quiero estar despeinada, y llorar donde sea porque me apetece, que aparezca una mano amable para darme una piruleta y calmarme.

No quiero tener más preocupaciones que elegir a que parque ir esta tarde, dormir una buena siesta, merendar y llevar en una mochila solo mis tres coches favoritos, sin más, porque sé que con lo otro no voy a jugar así que no necesito cargas innecesarias.

Quiero dejarle mis juguetes a quien me apetezca, a quien me cae bien, y lo mismo con los besos, que los daré si yo lo decido, no porque nadie me diga que tengo que hacerlo, y si algún otro niño, o persona mayor, o quien sea, no me gusta, no tengo la obligación de sonreír ni de hacer tonterías.

Y si me caigo, que me dejen aprender a levantarme, que a veces los padres son unos pesados con tanto " cuidadooo".

Quiero ser niño y abrir mucho los ojos cuando descubro algo nuevo, como cuando vemos la luna de día, a plena luz de sol.

Quiero mentir con mirada de "te estoy mintiendo", mientras sonrío, para que notes que te miento... Y quiero gritar cuando algo no me gusta o cuando me obligan a hacer algo porque toca, por obligación...

Quiero ser niño, inocente, sincero, un poco egoísta, generoso... alegre, divertido... pero como el tiempo es lo único que no vuelve, empecemos a ser nosotros mismos.