Las primeras noticias que se tienen de los ataques vikingos datan del año 792 donde un grupo de normandos saquearon un convento de una pequeña isla inglesa. Los desafortunados monjes fueron atravesados por las espadas, convirtiendo el altar en un baño de sangre. Este ataque se ve como el primero de su violencia, en su expansión por Europa.

En un principio los habitantes de Suecia, Noruega y Dinamarca eran modestos comerciantes. Ofrecían pieles, herramientas de hierro y pescado a cambio de metales preciosos y objetos de lujo. El éxito del ataque a esa isla inglesa, los indujo a conseguir riquezas y además gratis en nuevos países. En esos tiempos Escandinavia estaba compuesta por pequeños insignificantes reinados o tribus, sus líderes que tenían un papel marginal, al escuchar ese relato los motivó para buscar suerte a través de la violencia en nuevas partes del mundo.

Por el siglo IX, aparecían por la costa inglesa y la Europa continental con mucha frecuencia estos asaltadores. Los monasterios e instituciones eclesiásticas fueron las primeras víctimas y esto se debe a que el clero poseía grandes riquezas, mientras las iglesias y conventos se encontraban indefensos contra los hábiles y bien armados vikingos.

Los ataques tenían inicialmente un carácter volátil, eran ataques sorpresa para conseguir grandes cantidades de botín. En el momento en que sus víctimas se reagrupaban para defenderse, los normandos ya habían desaparecido, gracias a sus naves de poco calado y muy ligeras, pues podían navegar por los ríos y atracar en playas sin puertos.

Poco a poco fueron desarrollando estrategias para cruzar los mares y acumular riquezas en el extranjero. Algunos grupos se dedicaban a los asaltos relámpagos, pero hay constancia de que también eran comerciantes pacíficos, vendían esclavos y obligaban a que les entregasen objetos de valor a cambio de evitar un saqueo. Desde mediados del siglo IX ya se notaba su presencia permanente en el extranjero. Empezaron con modestos campamentos de invierno y asentamientos que más tarde se convirtieron en pueblos vikingos, los ejemplos los tenemos en Inglaterra, Irlanda y Normandía en Francia.

La mezcla de los indígenos con la cultura escandinava en los lugares conquistados eran ejemplos de una gran armonía destacada y de una buena estructura de gobierno. Con el paso del tiempo muchos líderes vikingos se convirtieron al cristianismo y se convirtieron en gobernantes legítimos de la Europa feudal de la Edad Media.

También fueron grandes descubridores y cosmopolitas. En el año 860 colonizaron Islandia y descubrieron América el Norte, un logro que cientos de años más tarde fue igualado por Cristóbal Colón.

La tradicional imagen que tenemos de los vikingos como asaltantes brutales no es del todo justa y en los últimos años se está trabajando a través de exposiciones para rebajar y conocer mejor esa idea que tenemos de ellos. Dentro de unos años esa exposición estará en Catoira.

El río Ulla contiene bajo sus fondos grandes tesoros, pues los romanos y vikingos lo navegaron, tesoros que podrían enriquecer la historia de esta comarca.