Un año más. En las deshiladas filas muchas caras conocidas no asistirán al cortejo, se han ido junto a Ti, y a mí me permites una vez más que goce de tu paseo por las calles de Vigo que invita a "cielo y tierra canten tu gloria". Presiento que necesito más tiempo para merecerte. Lo mismo advierto en las iglesias. Antes los bancos eran insuficientes, ahora se puede dormir en ellos.Y con el séquito clerical tras tu imagen. Ayer, era alargado como un ciempiés; hoy, breve y senecto. Tú siempre igual, no dices palabra de este oleaje laicista. Confío en que no sea un síntoma del final de los tiempos.

La cruz estorba. Sé que existía como símbolo sagrado antes de que te obligaran a morir en ella. Aún hay gente que cree que es un invento de la iglesia, pero tu presencia en ella evidencia su sacralidad. Este hecho me aviva un pensamiento del famoso cirujano Dr. Piulach cuando dijo: "No es el hombre quien tiene la creencia sino la creencia quien tiene al hombre". Por eso me es imposible no creer. No especulan así los que ven en ella un instrumento dictatorial de la historia civil y religiosa. Perturba a racionalista y nihilista su incomprensión. Y gritan su demolición. No pasa lo mismo con los cruceros en ciudades y pueblos escenificando un pasaje de tu vida. Esta aversión e indiferencia sucede cuando se deja ver desnuda. Como la cruz de El Castro de Vigo, y otras por el largo y ancho del mapamundi.

Se programa la procesión como un tiempo de reflexión y diálogo intimal contigo al aire libre. Te personificaste, según las Escrituras, aceptaste libremente la muerte, según las Escrituras, y regresaste al Padre, según las Escrituras, para revelar en Ti el ser, el existir y la eviternidad del hombre. Lo que no elegiste fue la cruz. El modo y la forma fue decisión humana, que respetaste y respetas en toda su comprensión vital hasta el final de los tiempos de la historia. De no ser así, seríamos unas marionetas movidas a tu antojo. Y nuestra semejanza contigo es la omnímoda libertad opcional de reconocerte en ese punto supremo: "Si eres Dios baja de la cruz", o "Verdaderamente era el Hijo de Dios". Esta dicotomía del bien y del mal brotó en el momento en que el hombre no quiso ser semejante a Ti, sino Tú. Y aún sigue pensando lo mismo. ¡Ya ves cómo está el país! Podías intervenir pero sería dañar la esencia de la dignidad humana: su libertad. Para el hombre ya no hay recursos posibles, sino juicio final. Tu revelación ha sido plena. No se necesita más.

¿Qué dirigente político, qué dirigentes de la historia, qué pensador con su filosofía nihilista, te imitaría para bien de la humanidad? Nadie, por eso a las siglas de un pensamiento político se le llama "partido", porque paraliza la visión total de la vida humana. Así está de troceada. Hecha añicos. Reducida a su pequeñez mental.

Alertó en su día Chesterton que se pusiera en juego el cristianismo reflejado en tu persona, no siempre debidamente clarificada por la Iglesia considerada históricamente. Se ha convertido la historia como un todo con un principio incierto y un final nihilista. Y es que el cristianismo no es un partido político, una ideología determinante, un pozo de milagros, es un modelo de vida que abarca: al mundo, cualesquiera que sean sus credos; al trato indiscriminatorio de las personas; un respeto a todas las variables del sentir de la existencia humana; a una consideración trascendente del tiempo vital humano. Lo otro es vivir en la oscuridad. Una verbena de charlatanes. En un planeta dolorido.

Me quedo con tu silencio.