Aquella frase tan bonita y respetuosa de "el cliente siempre tiene la razón" ha sido sustituida por la de "el cliente siempre es un pringado". Porque ahora, el que tiene la razón siempre, es el que cobra.

Si va un fontanero a tu casa y te rompe una tubería, aparte de la que te tenía que arreglar, te dice que eso se lo tienes que pagar aparte porque lo otro"ya estaba". Vale. Si el mecánico pone una pieza nueva en tu coche y te estropea otra, aunque la haya roto él, la pagas tú. (Además, suele costar tres veces más que la primera que se te rompió).

Cuando vas a unos grandes y conocidos almacenes y te cobran un precio superior al etiquetado, te dicen que eso no es culpa suya, sino de los niños (o los duendecillos del bosque, que nadie ve, pero que existen) que se dedican a cambiar los carteles de sitio para fastidiar al comercio.

Pero lo más grande, los absolutos amos, expertos e insuperables son: los bancos. No hay quien les gane. En el arte de engañar, manipular y llevarse el dinero de la gente sin que procure enterarse, son los mejores. Resulta que tú abres una cuenta en tu banco, firmando un contrato conforme en esa cuenta no te van a cobrar comisiones y al cabo de unos meses ves que te han hecho un cargo por administración de cuenta y por comisiones que no te esperabas. Llamas al banco pensando que es un error pero te dicen que es que ahora, el banco, unilateralmente, cambió las condiciones de la cuenta, y, hace unos meses no se cobraba, pero ahora sí. ¿Y qué puedes hacer ante semejante desfalco? NADA. Porque ya puedes ir a Consumo, al Banco de España, al Valedor del Pueblo o al SursumCorda (incluso tienen el sentido del humor de decirte que puedes poner una reclamación en su propio servicio de atención al cliente), que te van a mandar a paseo. Los bancos son peores que los políticos. Con eso lo digo todo.

Y los clientes con cara de tontos, pagamos y nada más. Porque los clientes no tenemos ningún derecho. Ni a que se cumpla un contrato que hemos firmado, ni a que nos cobren lo que está etiquetado, ni a que el que ha hecho la chapuza la arregle sin cobrar de más.

Sólo tenemos derecho a pagar lo que el banco, el supermercado, el mecánico, el fontanero o el albañil nos digan. Paga y calla. Y vete a pedirle cuentas al maestro armero.