Galicia es el producto de su geografía e historia y eso lo notamos en el sonido de la gaita. Somos una región diferente por los ríos, montes, costas, idioma, estilo de vida, fiestas e influencias célticas.

Sobre la administración política, seguimos siendo una región inadaptada a los tiempos actuales. Apreciamos nuestra singularidad a pequeña escala con el argumento de que nos encontramos muy a gusto, por tener la política local cerca de nosotros. En la práctica, los pensamientos del campanario es lo que más prevalece.

Si echamos un vistazo al mapa de Galicia, nos damos cuenta que está formado por un mosaico de 314 concellos para una población de 2,7 millones de habitantes, con una media de 8.600 habitantes por concello y el precio que se paga por esta fragmentación es muy alto. Las causas son la multitud de administraciones. Vemos cientos de alcaldes y miles de concejales tropezando diariamente unos contra otros, perdiendo un gran tiempo para gobernar enérgicamente y hacer avanzar la región.

Los romanos sabían muy bien lo que hacían, "exterminar para conquistar" y Galicia se había convertido en ese ejemplo clásico de poder político. Una variante de la doctrina de la iglesia y nobles de las fortalezas, que practicaron con gran éxito, hasta la revuelta de los Irmandiños. Hoy Galicia se parece a una manta de remiendos, pero la culpa no es del Gobierno central, pero sí de la Xunta y gobiernos locales, pues le tienen mucho miedo al cambio.

Si se produce una fusión de concellos en la ría de Arousa, podríamos tener más de 100.000 habitantes y una gran voz, por ser el tercer concello de Galicia y también un gran poder político para obtener muchas influencias económicas. Hoy la ría de Arousa es una comarca dormida y para despertarla se necesitan políticos con liderazgo, sin miedo al futuro. Así como una ciudad no puede tener pensamientos de pueblo, la ría de Arousa no se puede permitir quedarse enganchada en la política de pueblos. El ejemplo lo tenemos en Cambados, Vilagarcía, O Grove, Vilanova y Ribadumia. Estas posturas locales nos priman de luz para abordar los problemas del envejecimiento, decrecimiento, promover la economía, cultura, deporte y arrasar las fronteras para atraer talentos.

Llevamos muchas décadas sin visión, sin darnos cuenta que los grandes concellos son las estrellas económicas y culturales del tiempo actual. La ría de Arousa tiene potencia para convertirse en una superestrella, pero para ello se necesita voluntad y ganas de trabajar. En esta ría las buenas ideas siempre se destruyen contra los muros de cemento por los intereses propios, ideologías, chauvinismo local, falta de análisis críticos y defectos de poder organizativo. Cada uno para si y Dios para todos.

Falta coraje tanto en los ciudadanos como en los políticos y lo que vemos en nuestros gobernantes son pequeños pensamientos y una patética política pueblerina.