No leas esto si lo que deseas es seguir viviendo una vida en la que te sientas seguro.

Hasta hace poco el mundo que nos había tocado vivir era relativamente simple: muchos éramos los peones que constituíamos el soporte para los negocios de reyes, reinas, alfiles burgueses y el consuelo de alguna torre noble venida a menos.

También existían ágiles caballos que sacaban partido entre ellos; casi siempre para sí mismos, y en algunos casos, como Robín Hood, simplemente para equilibrar la partida.

Ahora la única realidad es la que dictan los bits; nada, ni nadie, existe si no existe en la red, convirtiéndose en un lujo al alcance de muy pocos el no dejar algún tipo de rastro digital de nuestra vida.

Eso, que ahora vale más que el mismísimo oro con el que se pagará el rescate de los datos encriptados por un virus que ha amenazado a todo el planeta utilizando las actualizaciones automáticas de Windows, consiguiendo que los datos de los peones sean más importantes que la de esos reyes que tienen depositado su dinero en los mismos bancos donde fácilmente se detectaría el ingreso de un rescate.

Y todo, mientras mi ordenador por primera vez funciona correctamente al cesar dichas actualizaciones?