El paradigma de lo invertido lo constituye, además del dicho popular "los pájaros contra las escopetas", el derecho deportivo español y más todavía, en concreto, el "futbolístico".

Así en España, partiendo del reconocimiento constitucional para todo ciudadano del derecho integral de opinión, resulta que los profesionales del deporte futbolístico no pueden expresarse con la necesaria libertad discrepando sobre una actuación arbitral tras un partido; mientras se puede discutir abiertamente sobre el contenido dispositivo de una resolución dictada en sede judicial, sucede que la crítica a un arbitraje constituye una infracción administrativa que se sanciona con multa económica, lo que sin duda representa un despropósito.

Mientras el sistema siga aceptando como inevitables los errores de apreciación arbitral, no parece que se pueda derivar ninguna clase de responsabilidad para el estamento arbitral derivada de actuaciones carentes de rigor técnico. El pasado día 17, conmemorativo das Letras Galegas, tuvimos la oportunidad de presenciar en Balaídos una desafortunada actuación arbitral, hasta el punto de resultar en parte modificada por el denominado Comité de Competición, pero sin ofrecer el propio Comité o la Federación de Fútbol atisbo de satisfacción a la parte perjudicada. Los errores humanos deben ser reparados en su tiempo, no solo para no cronificar a su inefable existencia sino fundamentalmente para restablecer el perjuicio generado.

A mayores sucede que toda esta materia del arbitraje aparece para el aficionado desprovista de transparencia informativa elemental, por lo que se hace necesario un cambio normativo y de dirigentes para resolver las deficiencias, tarea pendiente para la opinión pública y los medios de comunicación social.