Por razones que desconozco, y que somos por naturaleza perezosos, veo que estamos instalados en la comodidad deslizándonos a cien con la ley del mínimo esfuerzo, como aspiración vital, porque tratamos de evitarlo todo lo que se pueda siguiendo una trayectoria ondulante paralela a la económica. Por eso no es raro que estos nuevos partidos políticos, fieles a su ideario de cómo exigir soluciones sencillas a toda clase de problemas complejos, incluso a algunos que no existían, presenten su gran propuesta de la renta básica para todos los españoles, asegurada por el Estado. Se trata de una idea suicida para la sociedad y que se parece mucho a la tradición anarquista del reparto. Así, el caldo de cultivo de los movimientos populistas con tintes nacionalistas, proteccionistas o autoritarios, generalizando los sentimientos de privación, envidia o resentimiento, quieren que los deseos más dispares se transformen en derechos, tal como que el primer empleo sea poco menos que vitalicio y asegure abundante ocio y escaso esfuerzo. Su eslógan es, -originales o extravagantes- no pueden ser más pueriles, pero ya se sabe que el voluntarismo enardece a las masas y, "si se puede" de Podemos o "América grande" de Trump son más que nada voluntariosos. Son ideas buenas y originales, pero las que son buenas no son originales y las que son originales tampoco son buenas.

Solo nos queda el tiempo como aliado para que se encargue de ayudarnos a resolver, a golpe de madurez, que todo esto tenga un final feliz y vuelva a cundir el sentido común, como me decía todo cabreado mi amigo, dueño de un restaurante ubicado mismo enfrente de un banco; hace poco, fulano, mengano y zutano, cada vez que venían a cobrar su pensión agraria no dejaban de entrar y regalarse convidándose alguna buena bebida con los amigos de siempre, ahora los traen sus nieto o nietas en coche que él ellos les compraron y nada más cobrar, así de rápido, sin tiempo siquiera de saludar, los llevan otra vez camino de casa.

Si seguimos así, contradiciendo las leyes de la física, yo tampoco sé a dónde vamos a ir a parar, pero veo las dificultades de salir estando ya dentro bien acomodados.