Este fin de semana fui voluntaria en el Banco de Alimentos. En este caso, en la "Operación Kilo" en colaboración con grandes superficies. Muchos voluntarios dedicamos nuestro tiempo a recoger alimentos para la gente que los necesita.

Me llamó la atención, con la crisis que estamos pasando, la indiferencia con la que te miran algunas personas mientras vistes tu chaleco de voluntario y sostienes las bolsas para las compras solidarias. Con voz amable das las buenas tardes y preguntas si les gustaría colaborar, mientras te encuentras con respuestas como "no, gracias, no queremos nada" o "me lo pensaré".

Entre los voluntarios en la entrada al establecimiento había una chica ofertando un sorteo de un fin de semana gratis para dos personas al cubrir un formulario. A ella sí se acercó mucha gente para preguntar en qué consistía la campaña y qué había que hacer, mientras que en muchos casos los voluntarios del Banco de Alimentos pasábamos inadvertidos.

Aún así, se han recogido muchos kilos de comida, pero estaría bien pararnos a pensar lo que podríamos llegar a conseguir si cada persona que entra al súper durante los días que se celebran este tipo de campañas, dedicara tan solo un euro a la compra solidaria.