"Españolito que vienes/al mundo te guarde Dios/ una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón" (Antonio Machado).

Acaeció en un pueblo manchego, próximo a Despeñaperros. Un pueblo muy orgulloso de sus vecinos, tanto así que es razón fundamental su residencia para rendirle homenaje, otorgándole su nombre a una de sus calles. Ha sido el argumento de los concejales del PP y de Ciudadanos para aprobar en el pleno el bautismo de una calle con el nombre del lugareño Juan Navarro Muñoz, fallecido en 2013.

Al solemne acto acudieron legionarios, cabra incluida. Sones del himno nacional y bandera rojigualda sin escudo constitucional. Personaje popular el homenajeado. Regentaba un bar, Casa Pepe, en Almuradiel (Ciudad Real), atestado de símbolos franquistas, como cualquier otro en nuestra geografía española. Lo que sí me ha impresionado son sus perlas oratorias, ora enalteciendo macabras dictaduras, ora vertiendo expresiones machistas.

He, aquí, unas cuantas de sus perlas. "España era una, grande y libre, pero hoy es la escoria del mundo". "Hitler o Franco, uno de los dos haría falta ahora en España". "Las mujeres deberían estar en la cocina, haciendo los deberes de la casa". Por último, la que mejor le retrata: "Yo no sueño con Franco, yo sueño con niñas de 18 a 20 años? ya sabes el dicho, a gato viejo, rata tierna". Ejerció la libertad de expresión, coto vedado en su régimen añorado, históricamente desmemoriado. El acuerdo, según parece, al contrario que en otras ocasiones, para estos políticos demócratas de nuevo puño azulón no hería sensibilidad alguna. ¿Verdad señores fiscales?

La noticia me ha helado el corazón, como este frío en mis manos artríticas. Es un hielo que no cesa, cuando se cumplen 40 años de la matanza de abogados laboralistas en la calle de Atocha en Madrid. A buen seguro, el vecino manchego homenajeado aplaudiría en su día a los victimarios.

Setenta años después siguen vivas las dos Españas, de las que hablaba Machado. Homenajeo, hoy, a quienes, con sus vidas, han contribuido a la España que quiere vivir, y a vivir empieza, y no a la que ha muerto con su Caudillo y tampoco a la que bosteza dándole el poder a los herederos de la España muerta, aquella que daba vivas a la muerte, y gritos de muerte a la cultura.