Ya nadie pone en duda lo que ha cambiado el rol de la mujer en la sociedad. Hubo un tiempo en que salían a trabajar fuera del hogar, lo hacían para mitigar la embestida del presupuesto familiar. En la mayoría de los hogares, los hombres eran los suministradores en el estrato material.

Tanto era así que, incluso, los prehistóricos típicos machos, hoy en desuso pero aún existen, se reservaban el derecho de hacer en su casa lo que les venía en gana. Como cantaba Bob Dylan, los tiempos cambian. Y tanto que hacía falta que estos cambiasen.

Hoy en día, en muchas casas la economía familiar se sustenta gracias a la mujer. ¿Qué haríamos sin ellas? Los que siempre hemos creído en la igualdad de oportunidades, no es probable que escuchemos de nuestras parejas femeninas, reproches recordándonos que son el soporte familiar, porque de una u otra forma siempre lo han sido.

Todos sabemos que en la actualidad, grandes empresas a nivel mundial están en manos femeninas. Y como no podía ser de otra manera, las féminas incluso presiden naciones. Pero, para no variar, y en España, por supuesto, algunas mujeres vinculadas a la política no son el ejemplo claro de estandarte actual.

Que le pregunten a Ana Mato, exministra de Sanidad, mejor dicho, ya le preguntaron y aseguró no saber lo que se cocía en la olla a presión de su exmarido Jesús Sepúlveda, por la trama Gürtel. La antigua secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, hoy ministra de Defensa, no sabía dónde meterse para explicar los inexplicables pagos "en diferido".

Podría enumerar algunos casos más de mujeres, en la política española, que se han colocado deliberadamente el cartel de tontainas y nadie las cree. La salpicadura de falsa ingenuidad es tal que otra mujer, en este caso, la hermana del actual Rey de España, que a pesar de salir absuelta, sigue sin hacernos creer que no sabía nada acerca de los chanchullos de su marido.

Estas señoras son un escarnio a la mujer que, con su trabajo, soporta sobre sus hombros la economía familiar y compagina la gerencia del hogar con su pareja; porque, como afirmó Mao Tse Tung, las mujeres sostienen la mitad del cielo porque con la otra mano sostienen la mitad del mundo.