El IES Castro Alobre de Vilagarcia ya imparte educación sentimental. Genial. Los adolescentes, gente de sentimiento fuerte pero desaforado, necesitan conjurar el riesgo inherente al "amor romántico" que puede dañar su salud mental.

El imaginario colectivo puso triple calificativo al arrebato sentimental: ciego, sordo y mudo. De modo que bienvenido sea al aula el trabajo aplicado al sentimiento, labor imprescindible para luego poder canalizar el arrebato de forma mentalmente fructífera.

Y ya puestos a lo excelente habría de abordarse un segundo riesgo -inexorable donde la educación se restringe al sentimiento- ; me refiero al problema de tolerar fácilmente la frustración existencial derivada de la ruptura de relaciones por motivo de sentimiento desaparecido: "Fue bonito mientras duró" -se oye decir en frase dulce de fondo amargo-.

La solución educativa pasa entonces por reconocer el valor del matrimonio, modelo que presupone cónyuges hábiles en la gestión sentimental y aliados de Dios, inventor del Amor y principal interesado en darles esa plenitud existencial desconocida en otros tipos de pareja.