El mundo en el que vivimos parece que se está volviendo siniestramente loco. Solo en España, se vienen practicando cerca de 100.000 abortos anuales. Los tratamientos de fecundación artificial ascienden a 150.000 con resultado de 34.000 nacimientos anuales; y por otro lado, unos mil niños son adoptados cada año. (Cifra prácticamente insignificante comparada con las otras).

Leía hace pocos días, para mi gran escándalo, que hay familias esperando a adoptar desde hace varios años y que, además de haber hecho un desembolso económico importante, no les garantizan que se pueda culminar la adopción ni aunque pongan más dinero. ¿Qué locura es esta? ¡Miles de familias esperando adoptar un niño ya concebido y nacido que nunca llega y 100.000 mujeres abortando a sus hijos cada año! Unos queriendo adoptar un niño, otros "fabricándolos" en los tubos de ensayo y otros "interrumpiendo" sus vidas gracias al aborto libre y gratuito.

¿No sería más humano hacer una política de donación de bebés no deseados a familias que sí que desean un bebé? Eso sería lo lógico y lo que se hace en muchos países, pero en España, que no cabe un tonto más, eso no se hace. Entre otras cosas, porque lo uno, lo otro y lo de más allá es negocio. Las adopciones son un negocio, la reproducción asistida otro negocio y los abortos ni te cuento. Por lo tanto, como dirían los políticos: no hay voluntad.

Y ahora, llega el último grito en aberraciones morales y éticas: la maternidad subrogada. En el fondo para legalizar lo que ya se viene haciendo: alquilar una madre para, básicamente, procurar descendencia a las parejas de varones homosexuales.

De nuevo la ideología de género ataca, las mujeres homosexuales y las parejas heterosexuales no tenían ninguna traba ni legal ni científica para tener descendencia, pero faltaba que los varones homosexuales pudieran procrear, ya que la dictadora naturaleza no les ha dotado de útero para poder llevar en su seno a un hijo, ni de pechos para poder amamantarlo, hemos encontrado la solución: alquilar una madre; es decir: convertir el cuerpo y los gametos de una mujer y a su propio hijo, en objetos de compraventa para satisfacción de los usuarios (previo desembolso).

Y mientras tanto: miles de niños abortados y otros tanto esperando encontrar una familia. Macabro.