Desde las últimas elecciones americanas se habla mucho sobre la élite. Esta élite, según el razonamiento convencional, es la responsable del descontento de nuestra sociedad en los últimos años. Este descontento lo notamos a través de las redes sociales, comentarios ordinarios, despreciables e insultantes, que leemos todos los días. Pero también es cierto que esa misma élite provocó la llegada del populismo al negarse sistemáticamente a escuchar la voz popular para prevenir el negativismo.

El populismo a veces también es necesario, pero contiene un sabor muy negativo. Sabemos que no existen soluciones fáciles para los problemas complejos actuales, pero en muchos casos encontramos soluciones fáciles, que no son llevadas a cabo por la burocracia, incompetencia y corrupción.

Hasta ahora el neoliberalismo era visto como una fuerza impulsora que nos llevaría hacia un mejor futuro. El comercio y las corrientes del capital cada vez se encontraban más libres, disminuyendo el poder de los gobiernos. Ahora vemos una contracorriente. Esa fe que se veía a través del progreso y mejora de empleos ha desaparecido en una gran parte de la población. Algunos países ya se dan la espalda, siendo esto una inquietante preocupación. El ejemplo lo tenemos en el "Brexit" y en el nuevo presidente americano, con sus ideas de proteccionismo.

La popularidad del populismo ya la habíamos notado con la llegada del euro. Para una "unidad monetaria" se necesita una "unidad política" y esto nunca lo hemos visto. Con esta Europa iremos de crisis en crisis y esto significará más populismo.