Encontrar en la calle restos arqueológicos en bolsas de la basura, en primer lugar lo vemos como un crimen, como si de un feto se tratase. Más tarde cambiamos de opinión, pues esto se produce con mucha frecuencia.

Hay coleccionistas que cuando se acercan a la vejez se preocupan por el futuro de sus piezas. En el sector de la arqueología entregar alguna pequeña colección a un museo no vale la pena, pues esas piezas nunca más volverán a ver la luz del día. Se guardarán en cajas de cartón o en sacos y, con el paso del tiempo, desaparecerán. Este es el motivo por el cual muchos coleccionistas guardan sus piezas hasta el final de sus últimos días, pues prefieren disfrutar de ellas aunque las tengan guardadas en cajas, que donarlas.

La arqueología en Galicia no tiene una buena reputación y eso que toda la región se parece a un cementerio arqueológico. Si levantamos la cabeza veremos castros y petroglifos abandonados y cubiertos de maleza.

Tampoco vemos sucursales de museos, donde esas pequeñas colecciones estarían muy a gusto. En los edificios públicos como los ayuntamientos, institutos de enseñanza, hospitales y bibliotecas, donde acude mucha gente, se podrían exponer para aumentar el interés por la arqueología y además dar a conocer parte de nuestra historia.

Hace varias décadas, un mariscador de Carril encontró varias ánforas y se tuvo que utilizar la fuerza de la Guardia Civil para que las entregase. Hace varios años acudí al Museo de Pontevedra y esas ánforas no estaban expuestas. Si no las han sustraído, estarán en los depósitos como miles de objetos.

La cultura en Galicia es muy cerrada, está falta de ideas, y cuando se quiere dar a conocer ya se encuentra muy deteriorada.