Querido paciente: somos celadores. Nos ocupamos de recibirte cuando acudes al hospital, ayudándote a descender de tu coche si lo precisas, llevamos tus muestras al laboratorio para ser procesadas, te trasladamos cuando tienes que ir a realizar pruebas diagnósticas o a ingresar en planta; te llevamos al quirófano y ayudamos a colocarte en la mesa quirúrgica y, durante la anestesia y la cirugía, ayudamos a tu aseo y movilización cuando lo precisas por tu patología y un sinfín de tareas más encaminadas a conseguir que tu estancia en el hospital sea lo más agradable y eficaz posible para tu recuperación.

Nuestro trabajo no consta, porque no queda registrado en ningún programa informático ni en ninguna estadística. Por eso, a veces, parecemos invisibles, aunque nuestra labor es tan necesaria como la de cualquier otro profesional de la sanidad, pues esto funciona como un engranaje y, si cualquiera de los piñones falla, la maquinaria se para. Todos somos parte del mecanismo: desde la limpiadora hasta el gerente.

Pues bien, el piñón de este engranaje que formamos los celadores del Salnés está muy dañado. Y no es una situación coyuntural de este momento de "pico de incidencia de la gripe". Está dañado desde un principio, porque es muy pequeño para mover un engranaje tan grande.

Nuestro número es tan pequeño que implica que un solo celador en planta tenga que ayudar con los aseos a tres o cuatro auxiliares, además de tramitar muestras, trasladar pacientes a pruebas o rehabilitación?

Un solo celador atiende las demandas de toda el área de consultas, además de ayudar al compañero de rayos a bajar a los pacientes a la unidad de diagnóstico.

En urgencias, además del trabajo propio del servicio, fuera de los horarios de funcionamiento programado de cirugía, tenemos que atender los quirófanos urgentes, ayudar en aseos y cambios posturales de los pacientes ingresados en camas de observación, subir ingresos a planta?

A veces nos planteamos ralentizar el ritmo de trabajo para hacernos visibles, para que se note que pasa cuando el piñón pequeño falla. Pero no lo hacemos porque no queremos hacer uso de medidas de presión que impliquen perjudicar al paciente; porque somos profesionales. Pero esto implica, muchas veces, trabajar al límite de nuestra capacidad.

Si a esto sumamos que la mayoría de los celadores están con contratos de trabajo en precario desde hace años, la situación se hace insostenible. Se dan acúmulos de tareas que se renuevan cada mes hasta completar un máximo de 180 días en un año. De veinticinco trabajadores solo hay dos interinos y seis fijos; el resto son contratos en "fraude de ley".

Un acúmulo de tareas es por una situación puntual, no puede ser la política habitual de contratación. También las sustituciones del personal fijo, muchas veces, se dan como acúmulo de tareas. Un "fraude" tras otro.

Necesitamos que esto cambie. Porque cuando se fuerza un piñón más allá de su capacidad durante un tiempo prolongado, puede originar una rotura del engranaje y que las piezas terminen salpicando al más débil: tú, querido paciente.