Desde mi humilde opinión, lo grave de la desigualdad es que las mujeres somos y seguiremos siendo nuestras peores enemigas hasta que de verdad cambien las cosas. Quiero decir, si no imponemos nuestra imagen más que cuando somos jóvenes y hermosas la sociedad solo nos va a aceptar si somos precisamente jóvenes y hermosas. Poco a poco se intentan romper estándares, por ejemplo con las modelos curvi que, seamos realistas, también están retocadas y son un producto más. Lo que no se nos perdonará jamás es envejecer. La mujer mayor no interesa, porque además hay una fila interminable de jóvenes esperando sustituir a las actuales caras famosas.

Nuestra inteligencia de género se ve anulada por un Talón de Aquiles del que se aprovechan los hombres: nuestra necesidad de gustar, de exigirnos siempre lo máximo como madres, trabajadoras y, además todo ello, con un aspecto impecable. Las mujeres somos las mayores consumidoras de publicaciones de belleza y moda, adoramos las fotografías de otras mujeres "glamorosas" y hermosas aunque luego cerremos la revista y volvamos a la vida real, y encima despotricando contra aquellas que hacen de su imagen su modus vivendi. No nos engañemos, todas caemos de alguna u otra manera, ya sea con cremas antiaging, pequeñas (o no tan pequeñas) operaciones de estética, ropa? Y todo ello acompañado de la coletilla "lo hago por mí, para estar bien conmigo misma".

A veces me sorprendo de que muchas mujeres dejen de arreglarse una vez que llevan casadas y/o con hijos un tiempo. Me pregunto por qué, ¿falta de tiempo? Puede ser, pero los hombres siempre van a encontrar tiempo para seguir yendo al gimnasio, tomar una cerveza o simplemente echar una siesta. Nosotras les vamos a perdonar unos kilitos en la barriga, o la caída del pelo, pero ¿nos perdonan ellos a nosotras los michelines? No nos engañemos, no tenemos que demostrar a nadie lo que valemos, ni siquiera a nosotras mismas.

Estoy totalmente de acuerdo con cuidarse ellas y ellos, buscar siempre tener la mejor imagen y levantarse cada día con una sonrisa, pero para el mundo en general, para nuestra pareja e hijos, para nuestros jefes y subordinados, para nuestros vecinos y amigos, porque en definitiva de nada vale envidiar a la que es más guapa o joven, igual que de nada sirve envidiar al vecino por tener mejor coche o más dinero?

La vida es un paseo que compartimos viejos y jóvenes, feos y guapos, listos o menos listos, y no pongo el género femenino en estos adjetivos porque la Real Academia Española impone el género masculino y ¿por qué? Para recordarnos que cuando hablamos en masculino nos referimos a toda la humanidad y cuando lo hacemos en femenino solo nos referimos a nosotras. ¿Miedo de perder su parcela de poder en este mundo pensado para hombres? Quizá, pero no nos demos por vencidas, nosotras damos la vida, somos generosas e inteligentes, compasivas y cariñosas. Compartámoslo con ellos y el resto de mujeres, seamos más tolerantes con ellas, libres de pensar y soñar, de arriesgarnos a pedir más, de crecer y no renunciar nunca a aquello que da sentido a nuestra vida.

Que nuestra capacidad de sacrificio no nuble nuestros horizontes, ni nos haga renunciar a lo justo porque pensemos que "ya están ellos para preocuparse por esas cosas" o que "las cosas son así". No toleremos abusos, maltratos, ninguneos ni falsas proclamas feministas. Yo sigo teniendo fe en la raza humana y en un mañana en el que nuestras hijas no tengan que decidir entre un ascenso laboral o el cuidado de sus hijos. Difícil sí, imposible nunca.