Podría empezar así: en la antigua cárcel de Vigo hubo un museo de arte contemporáneo. En la antigua cárcel de Vigo pude crear mi primera obra: O estado salvaxe. Espanha 1939. Pude trabajar con mi abuela como actriz y preparar un ciclo de un año con piezas escénicas alrededor del museo. De ese ciclo que hicimos entre 2013 y 2014, que se tituló Material Memoria (en referencia a un libro de José Angel Valente), nació Escenas do Cambio en Cidade da cultura, el festival que en 2017 cumplirá su tercera edición.

Hace pocos días Iñaki Martínez Antelo ha anunciado que no renovará su contrato para dirigir el MARCO. Iñaki y yo nos hemos hecho amigos, hemos trabajado juntos y he aprendido de él casi todo lo que sé de gestión cultural y comisariado. Su capacidad para lidiar con una situación política insostenible, y al mismo tiempo, mantener una programación artística de calidad ha sido admirable. Por el MARCO han pasado en estos años los artistas más interesantes del panorama internacional, se ha apoyado a jóvenes artistas y comisarios, se ha pensado, creado, gestionado y educado.

Desde hace demasiado tiempo Vigo es una ciudad sin ningún plan cultural, sin referencias éticas ni artísticas. Casi todos los artistas de mi generación ha tenido que emigrar para seguir su carrera. Por supuesto, han seguido existiendo colectivos activos y artistas activos, pero la supervivencia de ese tejido solo se mantendrá si existen, dentro de las instituciones, interlocutores. Ese ha sido el gran problema de estos años, no hay nadie con quien hablar, no hay nadie en el gobierno de la ciudad que sepa leer una ciudad tan compleja como Vigo, y en la que el arte podría ser un elemento vertebrador capital. Durante años toda propuesta ha caído en el vacío.

El proyecto del MARCO era dialogar con los centros de arte contemporáneo más importantes del mundo, y lo ha seguido haciendo hasta el final sin tener apenas condiciones para trabajar gracias a un equipo de profesionales fantástico.

Es posible que la cultura viguesa y la cultura gallega quieran otro tipo de museo y quizá esa sea la razón de que nadie haya escrito todavía un artículo sobre el futuro del MARCO. En este tiempo en que perdemos derechos consquistados con el sudor de años, perdemos también un espacio de referencia para el arte contemporáneo. Un espacio que ha actuado siempre de forma independiente, sin obedecer a las leyes del mercado, ofreciendo a los artistas un espacio y un tiempo preciosos para crear.

Hacen falta gestores que den la cara por los artistas. Gestores que entiendan que su labor es preservar esos espacios de libertad, trabajar día a día con el territorio, dar cobertura y acoger las iniciativas independientes sin quitarles la potencia. Hacer que la institución no se trasnsforme en una máquina trituradora de discursos, si no en un lugar que articule las diferencias y los lenguajes del arte contemporáneo.

Algunas personas recuerdan todavía su paso por la cárcel de la ciudad, otras recuerdan haber visitado en la cárcel a sus familiares o amigos. Muchas de las personas encarceladas en el MARCO estuvieron presos por sus ideas. Eran las ideas de quien defendía un país libre, realmente democrático, moderno. Convertí el MARCO en un espacio de arte contemporáneo fue una conquista, y un acto de justicia poética. ¿De verdad vamos a dejar que el MARCO vuelva a ser una cárcel sin hacer nada?