En primer lugar me gustaría presentarme, me llamo Raquel y soy estudiante de Medicina. El 18 de diciembre cumplí 24 años. Ese mismo día había pasado un mes desde la muerte de mi padre por una infección por klebsiella en el Hospital Álvaro Cunqueiro.

Mi padre siempre me animó a estudiar Medicina. Él estaba orgulloso de poder decir que su hija algún día sería médico y yo siempre estuve orgullosa de poder decir que algún día trabajaría en la estupenda sanidad pública que tenemos. Pero hoy por hoy solo puedo decir que siento una profunda decepción, porque hay algo en nuestra sanidad que no se está haciendo bien, hay algo que falla.

Hay algo que falla cuando un paciente ingresado en la UCI y prácticamente recuperado termina muriendo por una infección por klebsiella multirresistente adquirida en el hospital, hay algo que falla cuando no se trata de un caso aislado, sino que en los dos meses que estuvimos en el hospital hemos visto tantos casos que no nos llega con los dedos de una mano para contarlos.

No escribo esta carta buscando justicia, porque no hay nada que compense la pérdida. Tampoco la escribo para señalar culpables, de hecho solo tengo palabras de agradecimiento para todo el personal que nos atendió, tanto la calidad humana como profesional fueron en todo momento impecables. Quizá ni siquiera el problema esté en el hospital, quizá venga de más arriba. Por poner un símil, si a un albañil le damos malos materiales y pocos recursos para construir una casa no podemos sorprendernos si esta se derrumba.

Escribo esta carta en memoria de mi padre, porque él me enseñó a no quedarme callada ante las situaciones injustas, porque hay algo que está fallando en la sanidad y que tiene que ser arreglado, porque esta vez le ha pasado a él, pero mañana podemos ser cualquiera de nosotros.