El politólogo norteamericano Richard Bensel ha publicado un interesante análisis de las recientes elecciones presidenciales norteamericanas recordando a sus lectores la poca memoria histórica que tienen los ciudadanos estadounidenses. Cita por ejemplo que en el siglo XIX, en la época de Abraham Lincoln, votaban casi en exclusividad solo los hombres blancos. También era normal que el día de la votación los padres vigilasen a sus hijos, ya mayores de edad, para que depositasen la papeleta correcta en la urna. Teniendo en cuenta que en esa época las diversas comunidades religiosas cristianas tienen una fuerte influencia en el electorado, el feligrés que no votase según el sentido mayoritario de su comunidad era muchas veces amenazado e incluso desterrado de la población donde residía. Incluso en las zonas más profundas del oeste americano se negociaba quién tenía derecho pasivo y activo para votar. Si el candidato de la zona no estaba muy seguro de su victoria electoral, los posibles votantes eran "empujados" a las urnas con la fuerza de los "amigos" Colt y Winchester. Por lo tanto en el siglo XIX las urnas electorales de EE UU eran, según Bensel, las menos democráticas del planeta, más bien lo contrario, estaban condicionadas por los poderes caciquiles, minorías étnicas o religiosas y las fuerzas armadas de la zona en cuestión.

Bendel trae también a la memoria que la campaña de las mentiras y falsedades en una campaña electoral norteamericana ya se estrenó en sus orígenes fundacionales, concretamente en el año 1800, en la contienda de Thomas Jefferson contra el entonces presidente John Adams. Similar al estilo Trump, los partidarios de Adams soltaron los bulos que Jefferson había engañado a sus acreedores y que tenía deudas considerables, e incluso había supuestamente estafado a una viuda quedándose con su pensión. Para perjudicar más su imagen, los amigos de Adams proclamaban por los pueblos, que si llegase Jefferson a la presidencia, una de sus primeras medidas sería quemar todas las biblias y abolir el matrimonio, por lo tanto, según Adams, las mujeres solo les quedaba el camino futuro de la prostitución. Incluso pocos días antes de la votación, los partidarios de Adams afirmaron que Jefferson había fallecido y que ya no hacía falta ir a las urnas. Ya que en esa época no había teléfono, ni internet, ni televisión, Jefferson tuvo que recorrer los 13 estados fundacionales a galope para convencer a la población de que estaba vivo y no enterrado. A pesar de todos los contratiempos, Jefferson ganó y en el año 1801 entró en la Casa Blanca.

Comprenderán ahora por qué es necesario incorporar a las empresas y administraciones públicas a titulados en Historia. Vivimos en una sociedad en la que se tiende a dar una importancia capital a las materias más técnicas frente a las que tienen un carácter más humanista. Hay que entender la evolución de las ideas. De esta manera la Historia nos ayuda a descifrar las consecuencias prácticas de las ideologías y las visiones particulares y formas de pensar acerca de la vida, la política y el mundo actuales.