A propósito del tema "deberes sí, deberes no" me gustaría aclarar lo siguiente: un niño de primaria tiene 30 horas de clase semanales y uno de la ESO 32, solo de clase, sin contar las demás horas que está en el colegio. Si a esto le sumamos dos o tres horas más al día de trabajos, estudio y deberes, incluyendo los fines de semana, nos da ¡como mínimo! 46 horas de trabajo, tirando por lo bajo, porque normalmente son más. La jornada laboral legal de un adulto es de un máximo de 40 horas semanales. Algo va mal. Sobre todo porque siendo los que más horas dedican al estudio, los niños españoles, son casi los más ignorantes del planeta, según varios informes.

Obviamente algo no encaja: el sistema falla, pero no porque no se exija esfuerzo a los alumnos, que sí se les exige ¡y mucho!, sino porque o bien lo que se les exige no corresponde a su edad o es demasiado como para asimilarlo o -y me voy a arriesgar a ser irremisiblemente condenada por la corrección política- los profesores no están tan preparados como pretenden hacernos creer.A pesar de que al gremio de profesores se les haya afincado infundadamente en los altares desde siempre, debo decir que en cuanto a profesorado, he visto de todo: desde profesionales con vocación, magníficos maestros y mejores personas,hasta tuercebotas incompetentes, cínicos y vagos redomados. Asombroso ¿no?

Las materias que se dan en la ESO, por ejemplo, son prácticamente inasumibles por el volumen de contenidos y sin embargo, "hay que darlo" y se da, o no, pero el niño tiene que examinarse de toda esa materia. Resultado: el niño puede aprobar pero no sabe, porque no lo ha asimilado.

Si alguien se pega un atracón de kilos de comida, podrá entrarle en la barriga, pero lo vomitará sin remedio, porque no se puede asimilar. Eso es lo que pasa en la enseñanza.

La desgracia que tenemos en España no es que los niños no se esfuercen, o que los profesores no sepan; nuestra desgracia es que son los políticos los que están detrás del sistema educativo. Mientras sigan existiendo leyes educativas, y mientras sean las consejerías las que paguen a los profesores (en lugar de que sean los padres con el cheque escolar), seguiremos teniendo los peores resultados escolares de Europa y posiblemente del mundo. Eso sí, los niños más explotados del mundo, también.