No retumbaron los cielos, ni se estremecieron los suelos, ni las tinieblas nos invaden, por ahora. Pero nada menos que los EE UU de América, el faro supremo que ilumina el camino a seguir, han parido un nuevo Mesías, y nadie sabe cómo ha sido. Yo diría que ha sido la gran deposición del sistema.

Ya tuvimos indicios en rincones varios del planeta (verbigracia: Berlusconi en la Europa Nostra; amén de otros especímenes menores, incluidos los nuestros a mazos), pero, claro, los americanos, que todo lo hacen a lo grande y que ya estaban entrenados con Reagan y Bush W., dijeron: dejémonos de pamplinas y pulsemos "reiniciar". Bien es cierto que el mérito se lo lleva más el sistema electoral que no el "pueblo americano" -como aquí con muchas mayorías, absolutas o no-, que dio 300.000 votos más a la señora Clinton. Aún así, son muchos millones de votos bajo sospecha.

Tranquilos, esto no ha hecho más que empezar. Saldrán ahora imitadores por debajo de las piedras y el mundo será una fiesta. Se ha bajado el listón a ras de suelo y el más necio ya sabe que puede aspirar a lo máximo, y ganar.

En todo caso, por aquello de que "nada humano me es ajeno" (Unamuno, dixit), no creo que debamos rasgarnos las vestiduras y simular sorpresa. ¿No llevamos, acaso, décadas lanzados por la pendiente del todo vale; primero, el dinero; relativismo absoluto de la opinión, igualando la del sabio a la del cretino ignorante; valores, los justos y aún sobran? ¿Qué clase de cultura, de iconos, de ejemplos se nos transmiten a todas horas por el principal medio de deformación de conciencias que es la TV, en especial los canales privados? ¿Tendrán algo que ver, en tal estado de cosas, todos los que han dirigido el cotarro político en los pasados años? Y, si es así, qué grado de responsabilidad corresponde a cada uno de nosotros en que las cosas sean como son y vayan como van. Al menos, en democracia, votamos lo que queremos y tenemos lo que votamos.

A ver si va a resultar ahora que esta olla podrida en la que nos refocilamos no tiene padres. Me consuelo pensando, y creo que podrán hacerlo todos conmigo, menos las cúpulas y sus lacayos implicados en los grandes tinglados económicos -amén dos "feridos e duros, imbéciles i escuros"-, que por lo menos no se firmará el TTIP, la mayor amenaza que se cierne hoy sobre las cabezas de los ciudadanos de la UE, siempre que el zafio Trump cumpla su promesa -y no todo su programa, por defecto-, y no haga como el fiable Rajoy, que cumplió por exceso el suyo, haciendo todo lo contrario de lo que en el mismo prometiera. Esto es lo que saldríamos ganando del agujero negro en que estamos metidos hasta las cachas.