Este martes pasado sufrí unos súbitos mareos que quebrantaron mi salud. Fui atendida, en un primer momento, en una ambulancia medicalizada y rápidamente trasladada a Urgencias del Hospital Álvaro Cunqueiro donde quedé ingresada.

Había oído y leído mucho acerca del nuevo hospital. Comentarios en su mayor parte desfavorables: falta de camas, falta de médicos, falta de personal sanitario, falta de medios técnicos, falta de aparcamiento, deficiencias en el traslado y la puesta en marcha, etc. No sigo enumerando lo que todos hemos oído.

Quiero dejar testimonio de mi experiencia y romper una lanza a favor del Álvaro Cunqueiro y de su personal.

El servicio de urgencias es eso, urgencias, y se dan unas circunstancias extremas de preocupación por parte de enfermos y familiares, por no hablar del "temple" que tienen médicos, enfermeras, auxiliares, limpiadoras... Es un lugar donde la tensión es rutina.

Permanecí alrededor de ocho horas y tras las pruebas necesarias con sus resultados, el diagnóstico y la pauta marcada por la doctora, fui dada de alta.

Todo esto sin ni siquiera mostrar mi tarjeta sanitaria. Simplemente nombre y apellidos.

Que hay carencias lo sé y que se pueden mejorar también. Todo es mejorable cada día, incluso nosotros mismos, pero, saben qué les digo, que me congratulo de tener una sanidad como la que hay en España y me da tranquilidad saber que tenemos un hospital de primer orden donde te llevan cuando lo necesitas. Y todos lo vamos a necesitar.

Me enseñaron mis padres a ser agradecida y en último lugar, no por ello menos importante, quiero dar las gracias a todo el personal, tanto de la ambulancia como del equipo de urgencias, que me atendió. Desde el primero al último fueron eficaces y amables en el trato. Unos grandes profesionales.

El sistema sanitario público en España probablemente sea uno de los mejores del mundo.