Dicen las leyendas urbanas que en un encuentro casual entre Marylin Monroe y Albert Einstein, la ingenua sex symbol le dijo al físico: "¿Se imagina si tuviésemos hijos? Serían inteligentes como usted y guapos como yo". A lo que el bueno de Albert respondió: "El problema sería si ocurriese lo contrario..." Pues, según nos cuenta el neurocirujano italiano Dr. Sergio Canavero, en 2017, posiblemente en Rusia y con la colaboración de Valery, un programador informático que ha estado recluido en su propio cuerpo durante treinta años debido a su atrofia muscular espinal, se le transplantará su cabeza a otro cuerpo. Para ello, "únicamente" tendrá que ser sometido a una operación de más de un día, a cuatro meses de coma inducido y a un año de inmovilidad para conseguir que esos "microcables" que son los nervios que enervan el cerebro con la médula espinal de otro cuerpo le permitan saber lo que se siente al valerse por sí mismo.

No pretendo ser un agorero, pero me temo que aún quedan demasiados fracasos antes de encontrar la senda del éxito, antes de que los preceptos morales se adapten a los nuevos tiempos, como le ocurrió al profesor Religa cuando intentó realizar el primer trasplante de corazón, allá por el 1987, con gran parte de la sociedad polaca en contra, hasta que después de reiterados fracasos alcanzase aquello que solo los dioses consiguen: regalar siete años más de vida.

Yo, por si acaso, ya me he tatuado todo mi cuerpo con mi nombre; no vaya a ser que un día me pierdan la cabeza y me planten una que esté en disposición de pagar los diez millones de dólares que costará la cirugía.