El álbum "Back to Black", segundo y último de la fallecida Amy Winehouse, cumple hoy diez años, en los que ha contribuido a resucitar y popularizar el soul y el sonido motown de los años 50 y 60. Este disco de la malograda cantante británica marcó un antes y un después para una nueva generación de vocalistas de pop, desde Adele hasta Lana del Rey o la superestrella Lady Gaga, quienes han revestido en ocasiones su rhythm and blues (R&B) con un toque "vintage" desde entonces.

El 23 de julio de 2011 fue encontrado sin vida el cuerpo de Winehouse en su domicilio londinense de Camden Town, una noticia que causó una gran conmoción en el mundo musical, que lloró la pérdida de una artista que apenas tenía 27 años de edad.

No obstante, había dejado en herencia uno de los trabajos más influyentes de la última década, con temas como "You know I'm no good", "Back to Black" o "Rehab", el primer sencillo de este ya legendario álbum.

Prácticamente desconocida para el gran público hasta entonces, "Back to Black" elevó a esta diva del soul al estrellato mundial, pero la fama también contribuyó a su descenso a los infiernos, con episodios, a veces públicos, de abuso de alcohol y drogas y relaciones sentimentales tormentosas.

La autopsia realizada a la solista reveló que su menudo cuerpo contenía 416 miligramos de alcohol por decilitro de sangre, así como otras sustancias a las que rendía tributo en canciones como "Addicted", incluida en "Back to Black".

Varias publicaciones especializadas lo destacaron como uno de los mejores álbumes de 2006 y 2007, entre ellas "Rolling Stone", que lo situó en el número veinte de la lista de los cien mejores discos de la primera década del siglo XXI.