Yo, que personalmente puedo presumir de haber pasado más tiempo en las tabernas que en la escuela, me maravilla sobremanera que tantos profesionales y gentes tan estudiadas, algunas con casi media vida en Universidades venga insistiendo y declarando urbe e orbi que la desaparición del PSOE como partido político sería muy malo -malísimo- para el devenir político y la democracia de España.

Lo sueltan, así sin más, bien alto y fuerte, y cada vez más gente lo repite como copla suelta, gente en definitiva que ve pero no mira, que piensa pero no siente, van errantes repitiéndolo y no es un consuelo precisamente saberlo.

Y sin echar humo por la boca ni que se me enciendan de rojo los ojos, después de darle más vueltas que galleta dura en boca de viejo, he llegado a una conclusión sin apoyo científico ninguno o quizás sesgada; que disiento totalmente y que sería una bendición de Dios.

Pues partido que lo hace mal mejor es que desaparezca o como tantos otros sean residuales de ridícula ostentación democrática para añorados adoradores de lo utópico, lo que se dice bisutería política, que ya marea tanta sigla (nunca mejor dicho). ¿Qué diferencia existe entre el PP y el PSOE? Todos -incluidos ellos mismos- dicen y repiten que tienen más cosas que les unen que qué les separan. Con un partido de derechas y otro de izquierdas, por llamarlos de alguna manera nos llega y sobra. ¿Para qué más de dos o tres partidos de lo mismo un poco más o un poco menos del centro? ¿Puede un centro estar a la derecha o a la izquierda? ¿Qué solucionan tantas siglas y tantos partidos? Nada. Solo confusión.

Y eso que sabemos que la culpa no es del cerdo, sino del que le da de comer como también sabemos que lo oscuro siempre lo vemos primero por destacar, pero lo claro lleva más tiempo distinguirlo y a ver si de una puñetera vez vemos lo que nos conviene a todos, pero sin tanto profeta incompetente por medio.