Se aplica esta comparación a aquellos que portan un carácter arisco y malhumorado, pero yo la hago extensible también a las personas inexpresivas e insensibles, que son muchas. Algunas por propia naturaleza, y otras porque se han revestido de una coraza como consecuencia de los daños sufridos por parte de personas que no sienten ni padecen, que son muchas?

Y es que la sensibilidad tiene un alto precio. A mayor sensibilidad también mayor dolor. Como nuestra piel, que se deleita de una caricia maravillosa y sufre en extremo una quemadura. De ahí que muchas personas procuren no exponerla, pues reciben más zarpazos que roces deliciosos. Normal. Porque este planeta está plagado de cardos borriqueros. De personas que hacen daño sin saberlo, pues piensan que todos están hechos de cartón, como ellos. Gente que sencillamente carece de una mínima sensibilidad. Gente dura que los más sensibles envidiamos a veces por su estado emocional inalterable ante las cuchilladas de la vida. Personas que no se dan cuenta de que sus caricias acaban en desgarro. Personas que nunca están mal y son responsables de que lo estén los demás.

Estas líneas van dirigidas a aquellas que por su extrema sensibilidad se han puesto esa coraza y se comportan de forma inexpresiva como protección, cuando en realidad son seres especialmente maravillosos retraídos por temor.

No te vistas de planta herbácea si eres una flor. Que los demás podamos verte y agradecer tu existencia.