Los montes arden, el paisaje cambia, la verde Galicia se va al carajo, el sol se oscurece entre el humo y el aire huele a churrasco quemado.

A mí siempre me ha gustado ir al origen de las cosas para comprender un poco o mejor las causas y lo de los incendios es una de ellas. Yo no creo que los incendiarios sean pirómanos y tampoco quiero llamarlos por ese nombre porque sería como decir que son unos pobrecitos enfermos a los que hay que curar.

En la Vuelta Ciclista a España, en el tramo entre el Alto de Fontefría y Ponteareas, se contemplaba a ambos lados de la carretera una devastación arbórea de color marrón que daba pena. Esas imágenes sacadas unos meses antes seguro que nos haría exclamar ¡qué paisaje más bonito! Tengo la intuición de que los que queman el monte, y me refiero a los que encienden el mechero, lo hacen para obtener unos beneficios monetarios y rápidos, es decir, meterse en el bolsillo un puñado de euros.

Si yo fuera fiscal o juez le preguntaría al acusado cogido "in fraganti" ¿quién te pagó? Seguro que el acusado se sentiría incómodo y podríamos deducir que cobraba por hectárea quemada, lo cual explicaría los tres focos a la vez.

El señor Feijóo se quejaba de que no metían en la cárcel a los incendiarios, pero eso sirve para poco, lo que importa es que digan los motivos.

Y ya que nombré al presidente de la Xunta aprovecho para pedirle que los desbroces de los montes y de las cunetas, aparte de que no usen herbicidas tóxicos, lo hagan en los meses de noviembre a enero, tiempo de poda, cuando las plantas tienen menos hojas y menos ramas verdes, con lo que facilitaría la labor y no en los meses de mayo a julio, cuando los pajaritos están anidando y los conejos y otros mamíferos en sus guaridas amamantando a sus crías que con el ruido infernal de la maquinaria los vuelve locos. En los montes hay árboles que se pueden volver a plantar pero repoblar con pajaritos es más complejo.

Volviendo al origen, ¿quién paga para quemar?

La prevención de los incendios se debe realizar durante todo el año para que no se produzcan, porque cuando empieza es difícil de parar y no debemos depender de que llueva o de los aviones y la prevención empieza descubriendo a los que pagan y, por supuesto, a los que cobran y encienden el mechero.