Sucedió en el Álvaro Cunqueriro. Mi mujer llevaba más de dos años en lista de espera para una intervención quirúrgica.

Nos llamaron para que acudiera al día siguiente, ya en ayunas, para intervenir. A las ocho de la mañana tenía que ingresar y allí estuvimos. Una vez realizado el trámite de ingreso nos suben a la habitación y la enfermera, sobre las nueve y media de la mañana, nos viene a informar... Eres la segunda intervención de la mañana y a la primera ya la están operando, pero es una intervención muy larga y hay la posibilidad de que si no te llaman antes de la una y media no te operen hoy y te mandemos para casa. Nosotros nos miramos y no podemos creer lo que nos está diciendo, en fin, a esperar. Pasan las horas y ya llegadas las 13.30 h. nos hacemos a la idea de que ese día no nos van a operar y cuando ya lo tenemos más que asumido pasando quince minutos de la una y media nos vienen a buscar para subir a quirófano, nervios. Pocos minutos después de permanecer en el box previo a quirófano aparece el cirujano y nos dice: malas noticias, tengo que suspender la operación por falta de instrumental, lo siento pero yo lo pedí al Meixoeiro ya a primera hora y aunque ahora ya lo tengo aquí no voy a operar porque son más de las dos y mi horario es hasta las tres. Ahora no damos crédito a lo que nos está pasando, impotencia absoluta, frustración, rabia... Para casa y sin saber cuándo nos volverán a llamar, queremos poner una reclamación y ni eso podemos ya que hasta para eso hay un horario y más tarde de las dos no recogen las quejas. Más rabia. Día perdido, trabajo, justificantes de ausencia, mis hijos repartidos en casas de familiares. ¿Hasta dónde podremos aguantar?