Una tarde de verano aciaga; unos niños ociosos desesperados ante la falta de sol; la paciencia de un padre a punto de transformarse: "Nos aburrimos papá, nos aburrimos mucho". Y unos yogures camino de formar parte del cubo de la basura amarillo? Entonces una sonrisa transforma el semblante de desesperación paternal. En seguida va a por su caña de pescar y del carrete extrae unos metros de lo que bien podría parecer fibra óptica. "Ya lo tengo grita él". "¿Qué es lo que tienes papá?", responde el niño. Sin hacer esperar más a su hijo le pone en sus manos uno de los yogures y cinco metros más allá su hermana sujeta el otro con cara de escepticismo. En eso, les dice que son teléfonos y que pueden hablar. La respuesta no se hizo esperar; mientras la niña se reía haciendo el gesto con los dedos de ampliar una imagen, su hermano preguntaba cómo whatsappear. El padre, enfadado, les dijo si sabían cómo escribir "mal humor". La hija mayor deletreó segura: "U, m,o,r". Y el pequeño sentenció: "Es muy fácil, yo pondría un emoticono enfadado".