A la vista de la actitud de los líderes de las cuatro formaciones políticas más representativas de este país, instalados en un bucle cansino y permanente, del que los ciudadanos estamos hasta el "moño", convendrán conmigo en que, para no continuar rizando el rizo de la ambigüedad e incertidumbre que nos puede llevar a unas terceras elecciones, sería muy saludable que el Partido Socialista -y jamás pensé que llegaría a decir esto-, facilitase la investidura de Mariano Rajoy, posicionándose como eficaz partido de la oposición. Esa experiencia, que considero indispensable, le reportaría a Pedro Sánchez el bagaje político del que carece actualmente, lo que en un futuro próximo le permitiría optar, con ciertas garantías, a la Presidencia del Gobierno de España.

No sé cómo acabará este esperpéntico desaguisado. ¡No tengo ni puñetera idea! Pero, a corto plazo, la meteorología política no presenta un cariz bonancible. Más bien borrascoso, diría yo. Y por si no tuviéramos bastante con dos elecciones generales en seis meses -¡y ya veremos...!-, el próximo 25 de septiembre -¡dale que dale al pandero!-, elecciones autonómicas en esta Galicia en la que, como decía Castelao, el pueblo solo es soberano el día de las elecciones. Queda dicho.