El Gobierno ha escogido el momento de mayor inactividad académica para aprobar las reválidas de E.S.O. y Bachillerato previstas en la LOMCE. Todas las comunidades autónomas no gobernadas por el PP se proponen recurrirlo, remarcando la dudosa legalidad de un gobierno en funciones para ratificar tal medida.

Nocturnidad y alevosía al escoger la fecha, en un paréntesis en el que no se producirán movilizaciones, ya que alumnos y padres no prevén el alcance de lo que se avecina. Ambas son pruebas externas al sistema, que deciden el futuro de los jóvenes, desdeñando la formación previa.

ESO. Da igual haber aprobado cuatro cursos de secundaria, en los cuales prima la adquisición de competencias. Un único examen, en un día concreto, determina si el alumno obtiene el título de graduado en ESO, hoy por hoy, mínima titulación exigida para acceder al mercado laboral. En caso contrario, sólo podrán seguir cursando estudios en la FP Básica. Una FPB devaluada con unas estadísticas de fracaso escolar escandalosas, tras estos dos años de implantación, que no ofrece alternativas. Después de haber conseguido una escolarización obligatoria hasta los 16 años, en igualdad de condiciones (LOGSE aprobada en 1990), volvemos atrás y se ofrecen menús educativos, que desgraciadamente, siempre recaen en el mismo sector de población, y no tienen que ver con las aptitudes, sino con los condicionantes socioeconómicos.

Bachillerato. Del mismo modo que en la ESO, tras dos años de estudios, la reválida decide si el alumno obtiene el título para continuar a nivel universitario o hacer un ciclo superior. Incongruencia y desconocimiento, porque hay ciclos superiores que no tienen nada que envidiar a otros tantos grados universitarios en cuanto a formación. Y utopía, pretender sustituir los 40 años de las P.A.U, con unas pruebas que sólo existen en papel en la ley, sin clarificar si cada universidad hará la suya, o cómo se las arreglarán los estudiantes para ir a varias, y tener opción de plaza. Solo en Galicia, la CIUG mueve en torno a 800 profesores -vigilantes y correctores- para la selectividad. Nadie ha explicado en ningún momento qué va a pasar con la reválida, que empresa la gestionará y el personal con el que cuentan.

La LOMCE supone una vuelta a las peores condiciones educativas de otros tiempos, sin dar alternativas ni ofrecer una formación común de calidad para todos los alumnos. Desgraciadamente, la gente sólo se dará cuenta cuando le toque padecerlo.