Puede que la mayoría de nosotros estemos demasiado cansados de las falsas guerras, de la violencia y no tengamos suficiente dinero para pagar la paz. Tristemente existe una pequeña mayoría que prospera entre el caos, ocultos en nuestra inmunidad al dolor ajeno, nutriéndose de la desesperanza y de la ira de los que creen que ya no tienen nada más que perder: a veces serán gentes que abrazan el fundamentalismo; otras, lobos solitarios apuntando a cadenas de comida rápida; otras, individuos que se considera injustamente apartados de un trabajo, de unos compañeros de colegio? Entonces alguien o algo les facilita el camino para una venganza; porque nunca se trata de equilibrar la balanza. Y ese es el problema: que poco a poco todos vayamos asumiendo como normal el riesgo de una bala perdida y que otros asuman que esta es la mejor forma de respuesta a lo que consideran una injusticia, mientras los vampiros que viven de la sangre derramada hacen crecer los muros de los palacios tras los que se protegen.

Yo, por mi parte, considero que con cada nueva muerte todos morimos un poco.