Después de mi paso como paciente por el nuevo hospital de Vigo para una intervención de prótesis de cadera, mi conciencia me obliga a contar públicamente lo vivido allí dentro.

Desde mi humilde opinión, la primera impresión es que considero que los arquitectos antepusieron el diseño a la funcionalidad, obviando que este edificio es un hospital y no un hotel. Esos kilométricos pasillos que hacen que pacientes, y sobre todo el personal, tengan la sensación de estar entrenándose para realizar el camino de Santiago.

Con respecto al trato y atención recibido como paciente, quiero expresar mi más inmensa gratitud a todo el equipo humano que me atendió, desde los médicos/as, enfermeras/os, celadores/as, limpiadoras, etc., etc., queriendo resaltar la gran profesionalidad que demuestran a pesar de las trabas y vicisitudes con las que tienen que pelear día a día.

A los recortes de personal, material y medios tienen que sumarle la desorganización que les provoca las órdenes dadas por una gerencia al servicio de los intereses privados de aquellos que están haciendo de nuestra sanidad, la que pagamos todos con nuestros impuestos, un negocio para unos pocos.

Entre todos tenemos que hacerles sentir a estos profesionales que no están solos en su lucha a favor de una sanidad pública, que nos tienen a su lado luchando codo con codo con ellos.

Luchando a su lado luchamos por lo nuestro.