La gloria también suele estar incluso al alcance de los más tontos -muy raras y contadas veces-, a los que por una peculiar probabilidad suele rondar e incluso abrazar. Pero cuando lo hace solo se posa muy suavemente y pronto escapa en rápido vuelo sin haber lugar ni tiempo para dejarles pensar.

No conozco el perfil profesional de Jim Acosta de la TV CNN, pero queda retratado perfectamente en la pregunta hecha a Raúl Castro en la conferencia de prensa en Cuba sobre presos políticos, que será estudiada en todas las universidades en donde se formen periodistas. Creo que su mejor página periodística que llegó a escribir fue esa pregunta surgida del dulce páramo de la profesionalidad y que, a lo visto, tocó solo por casualidad, haciendo bueno de que las mejores preguntas no son preludio de las insuperables respuestas. Lo bueno, repito, fue esa pregunta. Y eso es lo malo. Y que uno, por encima, sea hijo de cubanos es mucho peor. Y no tiene disculpa.

Sin duda alguna cató protagonismo que pronto se diluyó tal cual ese robo de un bocadito de bocadillo del compañero de al lado.

La pregunta fue a medida, pero solo alcanzó la bravura que pueda tener un croisán; lo que la respuesta tardó en llegar. Rápida y escorada en el enojo.

A la vista de lo acontecido, me ronda el sentido de la profesionalidad del susodicho; si solo se fue de vacaciones pagadas sin preparar el viaje.

Con lo fácil que es llevarse -y hacerse hoy en día- con una lista actualizada de presos políticos -diez más arriba o abajo- en Cuba, tendría alcanzada esa gloria perdida que sin duda soñará y añorará de vez en cuando. Pero, en fin, besitos al perro y pataditas a la niña. De mi parte. De parte del director de la CNN no quiero imaginármelo.