Al poco tiempo de haber sido proclamada la II República, siendo yo muy joven, pero sí ávido de escuchar todos los comentarios que hacían las personas mayores, recuerdo que mis abuelos comentaban en voz baja y con cierta misteriosa preocupación:

"Agora seica vai vir unha cousa que se chama comunismo, quítanlle os fillos os pais, para enseñalos como queira o goberno, e os vellos matalos".

El refrán dice que "cuando el río suena, agua lleva", pero entonces el gobierno del Frente Popular, que iba camino de llevar a cabo las profecías que habían captado mis abuelos, no pudo completar su devastador programa (gracias a haberlo impedido el Ejército español, que para eso está), llegando a desintegrar el concepto de vida familiar, con matrimonios a tiempo parcial, en la zona republicana, por plazos de un año o incluso meses, y no sabemos si se llegaría incluso a la aplicación de la eutanasia, la que luego sí llevó a cabo Hitler, con judíos y minusválidos, durante la II Guerra Mundial.

Pero el caso es que ahora una tal Anna Gabriel, portavoz de la Candidatura de Unidad Popular (CUP) e independentista, soñando con la República Catalana y conduciendo marcha atrás, se dirige a la meta que tanto temían mis abuelos, hace más de 80 años, recordándonos uno de los lemas más repetidos por las mujeres anarquistas, que gritaban: ¡Hijos sí, padres no!, consignas de la CNT y FAI.

Por lo tanto, señora Gabriel, lo de que las mujeres deberían tener los hijos en común y en colectivo, para ser educados como en las primeras tribus, para los que peinamos cañas o ya calvos del todo sus proyectos, de original, nada de nada.