Resulta irritante oír a nuestros dirigentes cuando se jactan de que la administración pública ayuda a los más necesitados. Resulta irritante que esta gran mentira se repita tantas veces, que se convierta en verdad y, lo más triste, en votos. Sin embargo, supongo que los piadosos cristianos que una vez al año se ponen un mandil y venden los candelabros de la abuela para que los "negritos" puedan comer; se sienten muy bien al saber que sus excesos burgueses han proporcionado un pedazo de pan ácimo a un refugiado somalí. Seguimos la Biblia a rajatabla, dirán. No digo yo que esos mercadillos petulantes no tengan una consecuencia buena, pero me encantaría que esa caridad impostada se ejerciese con mandil puesto y sin él.

Hoy mismo presencié cómo en una calle de nuestra ciudad, una señora bien, con su pelo cardado, colonia cara y rictus contrariado, insultaba a una pobre pareja de búlgaros que le rogaban un poco de comida. Sin poder reaccionar de la rabia, me acerqué a la pareja y me explicaron que estaban viviendo bajo unos cartones en el puerto y que llevaban días sin comer. Mientras los acompañaba a que tomasen un plato caliente en una cafetería cercana, me enteré también de sus problemas con los servicios sociales del Concello. Ella, embarazada de siete meses, se encuentra en una situación límite y suele esperar sentada en un banco mientras su marido intenta buscarse la vida durante el día. Sin un techo bajo el que poder descansar, decidieron ir a pedir auxilio al departamento de servicios sociales. Los de la administración, que se dislocan la mandíbula presumiendo de lo mucho que hacen, les dicen que ellos no pueden ayudarles y que deben de acudir a un centro llamado RedMadre en donde les atenderán. Una vez allí, según la versión de la chica, les exigen 18 euros para que se puedan quedar en la casa de acogida. ¿Cómo es posible? ¿Cómo se puede permitir que una ciudad que se gasta miles de euros en dinosaurios de boj derive a una pareja en riesgo de exclusión a un centro privado y antiabortista? ¿Dónde se ha quedado la solidaridad y empatía?

Sinceramente, a veces parece que tenemos los mandiles del mercadillo de los "negritos" colocados en la cara para no tener que enfrentarnos a estas situaciones. Ya basta de sentar a pobres en la mesa y ponernos estupendos. Es la hora de la solidaridad.