Continúo observando con lástima y gran dolor la deriva moral que sufre este país y la calamidad de suerte que nos toca vivir en estos momento con los políticos (¿?) actuales. Y es que estamos sufriendo en los últimos días (y durante las últimas legislaturas) una cantidad inusitada de insultos por parte del actual elenco político. Y sí, digo bien, insultos. El exministro de Industria en funciones ha salido en diversas ruedas de prensa a faltar al respeto a todos los ciudadanos, mintiendo de forma deliberada una y otra vez, tratándonos de tontos, ignorantes o algo peor. Desconozco si este tipo de "insulto" podría ser catalogado como delito, imagino que no, pero de serlo habría que añadirle el agravante de insulto con publicidad, esto es, a través de internet o medios de comunicación, por lo que la pena debería ser mayor. Ustedes consiguen a través de sus actos expresar ese sentimiento de superioridad de clases que tienen tan arraigado, y que no es más que un espejismo de lo anticuados que se están quedando, pero le voy a decir una cosa, señor exministro en funciones, somos tontos en la medida en que lo permitimos, por lo que desde aquí le solicito que pida usted disculpas por sus insultos a los ciudadanos, dimita y no opte a ningún otro cargo público más y siga con sus negocios privados ya que es usted tan listo y nosotros tan ignorantes. Eso sí, que los negocios de sus empresas privadas sean entre empresas privadas y no a través del estado o sus filiales que suele ser lo que se estila. La moral y la ética no nos la conceden una posición económica privilegiada, sino nuestros actos diarios. Recuerde que hasta Judas Iscariote se arrepintió de sus actos.