La verdad es que leyendo, escuchando y viendo lo que acontece alrededor, se llega a la conclusión de que todo lo que nos rodea es rocambolesco y esperpéntico. No dejo de preguntarme: ¿cómo es posible que cuando alguien está hasta el pescuezo de escándalos e irresponsabilidades políticas en el ejercicio de su profesión e incluso hay procedimientos judiciales por medio, estos personajes que han ejercido la política para forrarse las entretelas del traje pueden tener la desvergüenza y chulería a negarse a dimitir? Y sigo preguntando: ¿no tendrían que ser los estamentos judiciales los que tomaran cartas en el asunto para que esa dimisión se procediera de inmediato? ¿Para qué tanta contemplación y miramiento con estos sujetos? ¡ Así nos va! Los paños calientes no curan las heridas gangrenadas. Ante el olor a podrido se requiere desinfectar a fondo. Por desgracia y en el transcurso del día a día y durante mucho tiempo, llevamos escuchando una palabra maldita: CORRUPCIÓN.