Hace unos días leí en este mismo periódico que a Joaquín Sabina le habían nombrado hijo predilecto de Andalucía. Y además, con todos los honores: la presidenta de la Junta, discursos, poesías, felicitaciones unánimes... Todo muy bien. Y me alegro por él. Y lo felicito; y no digo nada al respecto. Los andaluces sabrán lo que ha hecho por su tierra.

Pero enseguida me vino a la cabeza el contraste. Mariano Rajoy, nuestro presidente del Gobierno. Todo maltrato (físico y moral), y especialmente en su tierra. ¡Es dura e injusta la vida...! Y todo, porque los que no piensan como él no tienen la suficiente altura moral para reconocer al menos el esfuerzo, la dedicación, el trabajo duro -especialmente en estos últimos cuatro años-, y siguen diciendo (y haciendo parecer que todos lo decimos, que es lo peor), que no ha hecho nada.

¡Qué aguante tiene, presidente! No sé como a veces es capaz de no responder con la misma moneda del insulto, del desprecio, de no devolver mal por mal, y aún para más, sigue queriendo trabajar por España, y por todos los españoles.

Presidente, salga o no salga elegido de nuevo, solo por lo hecho hasta aquí, con aciertos y desaciertos (¡como los tenemos todos!), pero con una estela grande de trabajo hecho, déjeme que le diga: ¡muchas gracias!.