Confusos y desunidos quedaron los que sobrevivieron al diluvio universal, al pretender edificar la "Torre de Babel" de espaldas a Dios (Gén. 11, 1 y ss).

Confusos y divididos andan también nuestros "gobernantes", obsesionados con la misma pretensión. Los edificantes de la Torre de Babel eran entendidos en el arte de la construcción, pues emplearon ladrillos cocidos al horno; nada de barro ni de otros materiales deleznables. No obstante no pudieron consumar su obra, pues "si el Señor no edifica la casa, en vano se afanan los albañiles", Él es el arquitecto supremo.

Nuestros "mandamás" pretenden construirnos una sociedad con "papel mojado", excluyendo de sus leyes los eternos valores, Dios, Patria y Familia, e ignorando que toda autoridad, legítimamente constituida, viene de lo alto (Jn. 19, 11). Qué bueno sería que, ya que no leen la Biblia, al menos leyeran el "Quijote" e hicieran suyo el consejo que, en un momento de sensatez, dio don Quijote a su noble escudero Sancho Panza, cuando fue nombrado gobernador de la Ínsula Barataria: "Primeramente, oh hijo, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y, siendo sabio, no podrás errar en nada" (El Quijote, 2ª parte-c. 42).

Qué bueno sería que, gobernantes y gobernados, cumpliéramos el sabio proverbio: "A Dios rogando y con el mazo dando"; sin duda que "mejor gallo nos cantaría" y nosotros también.