Acabo de leer un magnífico artículo del siempre genial Forges, en el que con su visión particular de la realidad describe la mediocridad en la que llevamos sumidos desde hace lustros, y sólo alcanzo a mencionar que esto no es flor de un día, que existe un antecedente histórico cuando tuvimos que contratar a un genovés para descubrir el Nuevo Mundo, en donde el estigma de nuestra filosofía de vida queda atestiguado a día de hoy por el anacronismo entre América del Norte y América del Sur.

¿Qué sucedió por él camino? Sin duda la mediocridad endémica de un imperio en el que ya nunca sale el sol; en el que el camino más corto para la excelencia consiste en hacer peor a los demás, y no en superarnos a nosotros mismos; en donde la conciencia social se circunscribe a fundaciones de nombres fantasiosamente anglosajones, que reciben subvenciones para proyectos inexistentes; en donde deben ¨inventar ellos¨, como decía Miguel de Unamuno; en donde no prosperan los más válidos, independientemente de su condición social.

Siempre existe una disculpa para el fracaso, la cuestión es encontrar un motivo para superarlo.