"Espero que España esté a la altura". Con esta frase lapidaria Mounsieur Jean-Claude Junckers nos avisaba desde Bruselas de necesarios nuevos recortes para que los vientos que empujan nuestro PIB sigan soplando. De alguna manera, cuando el complejo de bajitos frente a nuestros vecinos europeos se nos había quitado con el paso de los años y las victorias de la selección española de Baloncesto, viene un individuo que no sabe nada de baloncesto, y del que la estatura media de su país es tan solo tres centímetros más que la nuestra, y nos hunde en la miseria. Los mercados, como los equipos de basket, a veces pueden elegir meter más canastas que el contrario o recibir menos. Ambas son filosofías contrapuestas y raramente unificables: Alemania, ejerce una defensa a ultranza; China, intenta encestar todo lo que puede. Pero, qué ocurre cuando el final del partido está cerca y el miedo atenaza a los mejores tiradores acostumbrados a meter y meter puntos defendiendo poco. En ese momento, es cuando lo fácil es esconderse detrás de una defensa, esperando más el desacierto del contrario que el acierto propio. Porque al fin y al cabo lo importante nunca es participar, sino ganar.